ALETEIA
lunes, 31 de diciembre de 2012
Que el amor, la fidelidad y la dedición de María y José sirvan de ejemplo para todos los esposos cristianos
Palabras del Papa antes
del rezo del
Ángelus Domingo 30 de diciembre
2013:
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy es la fiesta de la Santa Familia de Nazaret. En la liturgia, el pasaje del Evangelio de Lucas nos presenta a la Virgen María y a san José que, fieles a la tradición, suben a Jerusalén para la Pascua junto con un Jesús de doce años. La primera vez en la que Jesús había entrado en el Templo del Señor fue a los cuarenta días después de su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido por él « un par de tórtolas o de pichones de paloma» (Lc 2,24), o sea la ofrenda de los pobres. «Lucas, cuyo entero Evangelio está lleno de una teología de los pobres y de la pobreza, hace entender… que la familia de Jesús estaba incluida entre los pobres de Israel; nos hace entender que justamente entre ellos podía madurar el cumplimiento de la promesa» (La infancia de Jesús, 96). Hoy Jesús está de nuevo en el Templo, pero esta vez tiene un rol diferente, que lo involucra en primera persona. Él cumple, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según cuanto prescribe la Ley (cfr Es 23,17; 34,23ss), aunque todavía no había cumplido los trece años: signo de la profunda religiosidad de la Santa Familia. Cuando, sin embargo, sus padres vuelven hacia Nazaret, ocurre algo inesperado: Él, sin decir nada, se queda en la Ciudad. Por tres días María y José lo buscan y lo encuentran en el Templo, conversando con los maestros de la Ley (cfr Lc 2,46-47); y cuando le piden explicaciones, Jesús responde que no deben sorprenderse, porque aquel es su lugar, aquella es su casa, junto al Padre, que es Dios (cfr La infancia de Jesús, 143). «Él – escribe Orígenes – profesa que está en el templo de su Padre, aquel Padre que nos ha revelado a nosotros y del cual ha dicho que es su Hijo» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 18, 5).
La preocupación de María y José por Jesús es la misma de cada padre que educa a un hijo, lo introduce a la vida y a la comprensión de la realidad. Hoy por lo tanto es necesaria una especial oración al Señor por todas las familias del mundo. Imitando a la santa Familia de Nazaret, que los padres se preocupen seriamente por el crecimiento y la educación de los propios hijos, para que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin jamás olvidar que la fe es un don precioso que hay que alimentar en los propios hijos también con el ejemplo personal. Al mismo tiempo, oremos para que cada niño sea acogido como don de Dios, sea sostenido por el amor del padre y de la madre, para poder crecer como el Señor Jesús «en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Que el amor, la fidelidad y la dedición de María y José sirvan de ejemplo para todos los esposos cristianos, que no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios.
El silencio de José, hombre justo (cfr Mt 1,19), y el ejemplo de María, que guardaba todo en su corazón (cfr Lc 2,51), nos hagan entrar en el misterio lleno de fe y de humanidad de la Santa Familia. Deseo a todas las familias cristianas vivir en presencia de Dios con el mismo amor y con el mismo gozo de la familia de Jesús, María y José.
sábado, 29 de diciembre de 2012
Al habla con el Padre: Dios envuelto en pañales
Enlazar aquí Al habla con el Padre: Dios envuelto en pañales:
Escuchemos la convocatoria, aceptemos la invitación de los pastores, tal cual la acabamos de oír en el Evangelio: «Vayamos, pues, hasta Be...
Escuchemos la convocatoria, aceptemos la invitación de los pastores, tal cual la acabamos de oír en el Evangelio: «Vayamos, pues, hasta Be...
En la venturosa unión familiar, suscita una santidad cotidiana fuerte y silenciosa.
Tu Santuario es nuestro Nazaret,191
donde el Sol de Cristo irradia su calor.
Con su luz clara y transparente 192
da forma a la historia
de la Sagrada familia;
y, en la venturosa unión familiar,
suscita una santidad cotidiana
fuerte y silenciosa.
Para bendición de tiempos desarraigados,193
en este Nazaret
Dios trae Salvación a las familias;
allí donde los hombre se consagran a Schoenstatt,
el quiere regalar con clemencia
santidad de la vida diaria.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
martes, 18 de diciembre de 2012
jueves, 13 de diciembre de 2012
miércoles, 12 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
Que en este tiempo de Adviento, María Inmaculada nos enseñe a escuchar la voz de Dios que habla en el silencio para recibir su Gracia.Alocución del Santo Padre a a los pies de la estatua de la Inmaculada Concepción en la plaza de España de Roma
Alocución del Santo Padre a a los pies de la estatua de la
Inmaculada Concepción en la plaza de España de Roma
Queridos hermanos y hermanas!
Siempre es un placer especial para reunirnos aquí, en la Piazza de España, en la fiesta de María Inmaculada. Reunirnos juntos - romanos, peregrinos y visitantes - a los pies de la estatua de nuestra Madre espiritual, nos hace sentir unidos en el signo de la fe. Me gusta subrayarlo en este Año de la fe que toda la Iglesia está viviendo. Os saludo con afecto y me gustaría compartir con ustedes algunos simples pensamientos, sugeridos por el Evangelio de esta solemnidad: el Evangelio de la Anunciación.
En primer lugar, nos sorprendente siempre, y nos hace reflexionar, el hecho de que el momento decisivo para el futuro de la humanidad, el momento en que Dios se hizo hombre, está rodeado de un gran silencio. El encuentro entre el mensajero divino y la Virgen Inmaculada pasa totalmente desapercibido: nadie sabe, nadie habla de ello. Es un acontecimiento que, si hubiera sucedido en nuestro tiempo, no dejaría huella en los periódicos y en las revistas, porque es un misterio que sucede en el silencio. Lo que es realmente grande a menudo pasa desapercibido y el silencio apacible se revela más fructífero que la frenética agitación que caracteriza nuestras ciudades, pero que - con las debidas proporciones - se vivía ya en las grandes ciudades de entonces, como Jerusalén. Aquel activismo que nos impide detenernos, estar tranquilos, escuchar el silencio en el que el Señor hace oír su voz discreta.
Queridos hermanos y hermanas!
Siempre es un placer especial para reunirnos aquí, en la Piazza de España, en la fiesta de María Inmaculada. Reunirnos juntos - romanos, peregrinos y visitantes - a los pies de la estatua de nuestra Madre espiritual, nos hace sentir unidos en el signo de la fe. Me gusta subrayarlo en este Año de la fe que toda la Iglesia está viviendo. Os saludo con afecto y me gustaría compartir con ustedes algunos simples pensamientos, sugeridos por el Evangelio de esta solemnidad: el Evangelio de la Anunciación.
En primer lugar, nos sorprendente siempre, y nos hace reflexionar, el hecho de que el momento decisivo para el futuro de la humanidad, el momento en que Dios se hizo hombre, está rodeado de un gran silencio. El encuentro entre el mensajero divino y la Virgen Inmaculada pasa totalmente desapercibido: nadie sabe, nadie habla de ello. Es un acontecimiento que, si hubiera sucedido en nuestro tiempo, no dejaría huella en los periódicos y en las revistas, porque es un misterio que sucede en el silencio. Lo que es realmente grande a menudo pasa desapercibido y el silencio apacible se revela más fructífero que la frenética agitación que caracteriza nuestras ciudades, pero que - con las debidas proporciones - se vivía ya en las grandes ciudades de entonces, como Jerusalén. Aquel activismo que nos impide detenernos, estar tranquilos, escuchar el silencio en el que el Señor hace oír su voz discreta.
María, el día que recibió el anuncio del Ángel, estaba recogida y al mismo tiempo abierta a la escucha de Dios. En ella no había obstáculo alguno, ninguna pantalla, nada que la separa de Dios. Este es el significado de su ser sin pecado original: su relación con Dios está libre de la más mínima imperfección, no hay separación, no hay sombra de egoísmo, sino una sintonía perfecta: su pequeño corazón humano está perfectamente "centrado" en el gran corazón de Dios. Así que, queridos hermanos y hermanas, venir aquí ante este monumento a María, en el centro de Roma, nos recuerda en primer lugar, que la voz de Dios no se reconoce en el ruido y la agitación; su diseño en nuestra vida personal y social no se percibe quedándose en la superficie, sino yendo a un nivel más profundo, donde las fuerzas no son de índole económica o política, sino morales y espirituales. Es allí, donde María nos invita a ir y a sintonizar con la acción de Dios.
Hay una segunda cosa, aún más importante, que la Inmaculada nos dice cuando estamos aquí, y es que la salvación del mundo no es obra del hombre - de la ciencia, de la tecnología, de la ideología -, sino es por la gracia. ¿Qué significa esta palabra? Gracia significa el Amor en su pureza y belleza, es Dios tal como se revela en la historia de la salvación narrada en la Biblia y cumplida en Jesucristo. María es llamada la "llena de gracia" (Lc 1:28) y esta identidad nos recuerda el primado de Dios en nuestra vida y en la historia del mundo, nos recuerda que el poder del amor de Dios es más fuerte que el mal, puede llenar los vacíos que el egoísmo provoca en la historia de las personas, de las familias, naciones y el mundo. Estos vacíos pueden convertirse en infiernos, donde la vida humana es como si se tirara hacia abajo y hacia la nada, perdiendo el sentido y la luz.
Las falsas soluciones que ofrece el mundo para llenar esos vacíos – emblemática es la droga - de hecho ensanchan el abismo. Sólo el amor nos puede salvar de esta caída, pero no un amor cualquiera: un amor que tenga en él la pureza de Gracia – de Dios que transforma y renueva - y que pueda poner en los pulmones intoxicados nuevo oxígeno, aire limpio, energía nueva de vida. María nos dice que, por mucho que pueda caer el hombre, nunca es demasiado bajo para Dios, que descendió hasta los infiernos; por mucho que nuestro corazón ande por mal camino, Dios es siempre "más grande que nuestro corazón" (1 Juan 3:20). El soplo suave de la Gracia puede dispersar las nubes más negras, puede hacer la vida más hermosa y llena de significado incluso en las situaciones más inhumanas.
Y aquí viene la tercera cosa que nos dice María Inmaculada: nos habla de la alegría, la verdadera alegría que se extiende en el corazón liberado del pecado. El pecado trae consigo una tristeza negativa, que nos induce a encerrarnos en sí mismos. La Gracia trae la verdadera alegría que no depende de la posesión de las cosas, sino que tiene sus raíces en lo más íntimo, en lo más profundo de la persona, y que nada ni nadie puede quitar. El cristianismo es esencialmente un "evangelio", una "buena noticia", mientras que algunos piensan que es un obstáculo a la alegría, ya que lo ven en él una serie de prohibiciones y reglas. En realidad, el cristianismo es el anuncio de la victoria de la Gracia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte. Y si implica algunos sacrificios y disciplina de la mente, del corazón y del comportamiento, es precisamente porque en el hombre hay la raíz venenosa del egoísmo, que perjudica a sí mismos y a los demás. Por tanto, debemos aprender a decir no a la voz del egoísmo y a decir sí a la del amor auténtico. La alegría de María es plena, porque en su corazón no hay sombra de pecado. Esta alegría coincide con la presencia de Jesús en su vida: Jesús concebido y llevado en el vientre, después niño confiado a sus cuidados maternos, adolescente y joven y hombre maduro. Jesús que parte de casa, seguido a distancia con la fe hasta la Cruz y la Resurrección: Jesús es la alegría de María y la alegría de la Iglesia.
Que en este tiempo de Adviento, María Inmaculada nos enseñe a escuchar la voz de Dios que habla en el silencio para recibir su Gracia, que nos libera del pecado y del egoísmo, para gozar así la verdadera alegría. María, llena de gracia, ruega por nosotros!
lunes, 10 de diciembre de 2012
sábado, 8 de diciembre de 2012
Solemnidad de la Inmaculada Concepción en Chile
Cientos de
miles de fieles llegaron a Lo Vásquez para visitar a nuestra Madre María
Al igual
que el 7 de diciembre, cientos de miles de peregrinos se congregaron este 8 de
diciembre en el Santuario de Lo Vásquez para agradecer o solicitarle a nuestra
madre por alguna intención particular. Con tranquilidad y devoción, los fieles
provenientes de la Quinta región, de la Región Metropolitana y otros lugares de
nuestro país llegaron a la Fiesta de la Inmaculada Concepción en Lo Vásquez.
Con diversas
muestras de fe los fieles se presentaron ante nuestra madre en el Templo del
Santuario, mientras cada una hora se celebraban misas en el Campus Eucarístico
y decenas de sacerdotes estaban confesando a los peregrinos.
La Misa de mediodía fue presidida por el Señor Nuncio Apostólico de Su Santidad Monseñor Ivo Scapolo y concelebrada por Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso. Un campus lleno de fieles escuchó atento la homilía del Señor Nuncio quien señaló que “el saludo del ángel a la Virgen nos ayuda a entender el sentido de esta Fiesta”.
“Él la llama llena de gracia porque ella estaba llena de santidad, de belleza, porque en ella no había pecado original ya que Dios decidió preservar a la Madre de Dios de las consecuencias del pecado original”
“Nosotros estamos acá reunidos en esta Misa pensando en la Santidad de la Virgen María, y estamos invitados a esta perfección y a esta santidad. Lo que para ella es un don para nosotros es el fruto de un camino, de esfuerzo. Con la gracia de Dios podemos hacer un camino de santificación, ya que cada uno de nosotros está llamado a ser santo, es la vocación de todos nosotros”.
“La Fiesta de hoy nos recuerda el camino que tenemos que hacer. El Señor nos pide ser coherente, fieles aunque este camino no es fácil. Ustedes que han llegado con harto sacrificio tienen que preguntarse qué sentido tiene todo esto. Lo hacen porque hay un gran amor a la Virgen, al Señor y a la Iglesia. Este amor ustedes lo demuestran con este sacrificio y con esto le dan sentido a todo lo que hacen”.
La Misa de mediodía fue presidida por el Señor Nuncio Apostólico de Su Santidad Monseñor Ivo Scapolo y concelebrada por Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso. Un campus lleno de fieles escuchó atento la homilía del Señor Nuncio quien señaló que “el saludo del ángel a la Virgen nos ayuda a entender el sentido de esta Fiesta”.
“Él la llama llena de gracia porque ella estaba llena de santidad, de belleza, porque en ella no había pecado original ya que Dios decidió preservar a la Madre de Dios de las consecuencias del pecado original”
“Nosotros estamos acá reunidos en esta Misa pensando en la Santidad de la Virgen María, y estamos invitados a esta perfección y a esta santidad. Lo que para ella es un don para nosotros es el fruto de un camino, de esfuerzo. Con la gracia de Dios podemos hacer un camino de santificación, ya que cada uno de nosotros está llamado a ser santo, es la vocación de todos nosotros”.
“La Fiesta de hoy nos recuerda el camino que tenemos que hacer. El Señor nos pide ser coherente, fieles aunque este camino no es fácil. Ustedes que han llegado con harto sacrificio tienen que preguntarse qué sentido tiene todo esto. Lo hacen porque hay un gran amor a la Virgen, al Señor y a la Iglesia. Este amor ustedes lo demuestran con este sacrificio y con esto le dan sentido a todo lo que hacen”.
A
las 17:00 horas se realizó la tradicional procesión de la Virgen hasta el
Calvario, la que fue presidida por el Nuncio Apostólico de Su Santidad Monseñor
Ivo Scapolo y el Obispo de Valparaíso, Monseñor Gonzalo Duarte. En ella
participaron numerosos fieles que saludaron a la Virgen con pañuelos blancos
cuando pasaban junto a ellos.
Fuente: Comunicaciones de Valparaíso
ARQUIDIOCESIS DE CONCEPCIÓN
DIÓCESIS DE IQUIQUE
DIÓCESIS DE OSORNO
Santuario de la Inmaculada Concepción del cerro San Cristóbal Arquidiocesis de Santiago.
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